Era bastante temprano por la mañana, el sol ya había salido y estaba dando un poco de calor en el frio mes de Febrero.
La joven albina se estaba quedando en un pequeño departamento que tenía en Le Valgrange, pronto volvería a viajar, esta vez hacia Grecia donde encontraron indicios de lo que parecía ser unas ruinas de la vieja ciudad destruida por el primer Nundu registrado en el mundo, aquel que había viajado desde el mismo Africa matando gente a su alrededor.
La vida de un historiador no era nunca fácil, cuando se era profesor de alguna Escuela Magica (o no mágica) todo era un poco mas simple ateniéndose solo a un programa de estudios.
Pero cuando todo era buscar, descubrir, traducir y explorar las cosas no eran nada fáciles. Afortunadamente ella no se dedicaba a la exploración exhaustiva o su cuerpo no lo hubiera soportado. Su vida estaba detrás de los libros y las interpretaciones.
Esa mañana decidió visitar St. Maynard's Church, no solo para estar un momento en un lugar calmado, si no porque había decidido dejar unos manuscritos que tenia en casa. De nada le servían ahí solos y llenándose de telarañas en casa, asi que si los jóvenes iban a leerlos era mucho mejor para ella.
Sabia que los chicos de ahora no estaba en esas costumbres que ella tenía para leer como loquita, pero alguien tenía que existir que le gustara tanto leer como a ella.
Acomodo su
ropa cuando llego a la Iglesia, aunque el sol había salido ella era bastante friolenta así que no se iba a arriesgar a enfermarse, miro la Iglesia ahí frente a ella y se quedo un largo rato pensando y no pensando a la vez. Con su mente en blanco mientras después la imagen de ella, su hermano, y sus padres asistían a la Iglesia de Noruega. Buenos momentos aquellos.
Su inexpresivo rostro de porcelana busco a alguien cerca pero no encontró a nadie, así que decidió entrar a la Iglesia. Estaba solo, todo solo excepto por la suave calma que daban esos sacrosantos lugares. Miro las imágenes, la capilla, la zona en donde se daban las platicas y mas adelante en el fondo, cruzando un pabellón de varios Magos cruzando varitas apuntando hacia imágenes de ángeles sosteniendo cosas sagradas, en un area resguardada mágicamente y por varias otras llaves estaba la parte donde guardaron todos aquellos manuscritos.
Rune vio las runas alrededor, las reconoció, encantamientos y rituales complicados para que ningún muggle jamás pudiera entrar, en cierta forma, estaba segura que de hecho un muggle aunque tratara no vería la entrada, como en anden 9 ¾.
Pero ella por su carrera y su contribución a la Iglesia tenía la autorización y el permiso, además del conocimiento para poder ingresar a aquella área, a la que los magos podían entrar claro estaba, en los horarios que quienes cuidaban aquel lugar permitían. Tampoco era que fueran a la medianoche a leer manuscritos y terminaran maltratándolos.
Miro todos los estantes ahí encontrados, era como una pequeña biblioteca bien organizada, solo existía una ventana para que la humedad no dañara los pergaminos, pero tampoco que el sol hiciera su efecto en estos. Varias mesas alrededor de velas mágicas.
Dejo sus pergaminos bien cuidados en una zona donde estaba segura podían encontrarse fácil al buscarlos, después de todo, estaban los manuscritos organizados por encantamientos, defensa, herbologia y otras materias que pudieron rescatar de Howgarts, Dumstrang y Beauxbatons.
Suspiro solo de recordar la quema de libros de hacia un par de años, eso le había dolido hasta el hueso.
Entre todas las cosas encontró unos pergaminos que le llamaro la atención, referente a la historia de la magia africana atravez del peligro de enfrentarse a situaciones de criaturas mágicas.
Era como si le hubiera caído del cielo.
Sonrio, esas pocas, casi inexistentes veces en que su cuerpo se ponía de acuerdo con sus emociones, y es que nada la hacia mas feliz, un lugar de repleta calma y libros.
Se sentó en la ventana, donde los rayos del sol hacían brillar sus blancos y plateados cabellos, haciendo el contraste perfecto y casi irreal con sus ojos bicolores.